Orgullosamente Orgulloso
- radiovozapostolica
- 24 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Antes, celebrábamos vivir de manera desinteresada, siendo sencillos. Era honorable el ser voluntariamente una buena esposa, un buen esposo, un buen hijo, un buen ciudadano; ir y desinteresadamente luchar contra el nazismo, cuando podrías haberte quedado en casa cómodamente.

Celebrábamos la humildad humana, pues el humano es más, cuando es menos; menos centrado en su propio bienestar, propia felicidad y placer.
Cómo llegué a esta conclusión tan opuesta a nuestra cultura llena de yo? La respuesta es: fuegos artificiales el 4 de Julio.
Un incendio fue iniciado cerca de mi casa. Alguien en su “sabiduría” pensó que iluminar el cielo por segundos, valía la pena para poner en riesgo la casa de muchas familias; no lo hizo cerca de la suya, sino de la de otros.
Luego, después del show de pirotecnia, el lugar desde donde lo presenciamos quedó lleno de basura. Lo interesante fue el comentario que saldría de esto: “La gente no tiene orgullo propio”, refiriéndose a que no se valoran a sí mismos lo suficiente para dejar limpio.
Yo creo que tenemos demasiado. Nos rebalsa el orgullo propio. Nadie recogió su basura porque: “para lo que cobran, de seguro hay alguien que puede hacerlo”, “para qué no ponen más basureros”. Con este tipo de orgullo, nos sentimos por encima de todo y todos.
“Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.”
Proverbios 21:4
Nuestra cultura del orgullo, (de primero yo, lo que prefiero, lo que soy, lo que siento) nos ha traído aquí, a extinguir la caridad, honestidad y benevolencia.
Fíjate que nos “cuidamos” de no tomar alcohol, de no matar, de no adulterar y fornicar, pero el orgullo…re-léelo… El orgullo es pecado.
Lo hemos llamado orgullo, pero realmente es el egoísmo vestido de magnificencia.
Ya no celebramos a los soldados dando sus vidas por derrotar el nazismo, sino a estrellas del deporte y Hollywood.
Ya no celebramos a las mujeres dando sus vidas para otros en la maternidad, sino más bien a quienes egoístamente matan a los bebés en sus entrañas, para mantener su estado de comodidad.
No celebramos el ayudar económicamente, sino amasar cuánto dinero quepa en el banco.
Ya ni siquiera nos celebramos los unos a los otros, y si lo hacemos, es a aquellos que nos causan un bien, para ver que conseguimos luego.
Los que llamamos a Dios: “Padre” y hemos reconocido que Jesús es el Rey, no podemos seguir viviendo así.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Efesios 2:8–9
El regalo más importante que se nos ha dado: La salvación. Ha venido de Dios. Gratis! Para que nos sea Ridículo-Imposible querernos sentir orgullosos por nuestra santidad fuera de Él.
El reconocer que somos pecadores, que Jesús es el único que puede salvarnos y que somos incapaces de hacerlo por nosotros mismos: Es un acto de humildad. No hay porqué sorprenderse que las iglesias estén vacías de cristianos genuinos y llenos de “cristianos” que se adoran a sí mismos.
La envidia y avaricia han llegado a su nivel más alto, al punto de ni siquiera tener que atacar físicamente a otro para matarlo, sino que se le destruye difamatoriamente y a esto se le llama: táctica para el éxito.
Somos los Mejores humanos que hemos vivido, dice el mundo y tienen razón. Hemos dado rienda suelta a nuestra naturaleza pecaminosa, si no me crees, solo sintoniza las noticias por la mañana.
Para quienes conocemos al Rey Jesús, decimos que le seguimos y hemos sido comprados por su sangre y libertados de este mundo; debemos ser diferentes, porque nuestra naturaleza es diferente.
“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.”
1 Juan 2:16
Vanagloria, Es gloria que no merecemos, obtenida mediante egoísmo. Examinémonos! Si tenemos los mismos gustos, si actuamos de la misma manera, si utilizamos nuestro tiempo en lo mismo que el mundo lo utiliza; Habremos cambiado?
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